El día de la dignidad estudiantil

Dia_de_la_dignidadXimena Canal Laiton, @XimenaCanal   

Representante estudiantil de la Sede Bogotá de la Universidad Nacional

Hace tres años finalizaba la cuarta semana de paro nacional estudiantil en rechazo a la propuesta de reforma a la Ley 30 del presidente Juan Manuel Santos. Ánimo de lucro, universidades mixtas, fortalecimiento del endeudamiento de estudiantes e instituciones, reducción del presupuesto de universidades públicas, competencia por la financiación y aumento de matrículas fueron algunos de los elementos más polémicos que encendieron una indignación estudiantil que sería difícil de apagar.

Semana a semana, estudiantes de universidades e instituciones públicas y privadas se encontraron en las calles de todos los rincones de la geografía nacional, adornando los cielos con gritos y los suelos con pisadas fuertes de decisión, argumentos y fuerza. Banderas, abrazos, besos, bailes, antorchas y disfraces decoraron el ambiente de días, tardes y noches en nuestros pueblos y ciudades durante alrededor de dos meses de pelea. El aliento de la juventud inspiró en el pueblo colombiano el sentir de la necesidad de defender para sus hijos la educación que le había sido negada.

La noche del 9 de noviembre de 2011, en todos los noticieros televisados y radiales se escuchó al presidente pedir a la MANE no realizar la jornada de protesta “Toma de Bogotá” programada para la mañana siguiente, 10 de noviembre, con las siguientes palabras: “Desde el Congreso y el Gobierno estamos dispuestos a retirar la reforma y a iniciar un diálogo constructivo y democrático siempre y cuando vuelvan los estudiantes a clase”. Su flexibilidad llegaba después de haber estado durante 28 días intentando desprestigiar las masivas movilizaciones afirmando que los estudiantes no habíamos leído la reforma, que protestábamos por protestar y que “así [hubiera] protesta, esa reforma se [convertiría] en ley de la República.”

El 10 de noviembre se respiraba triunfo en la Capital. Cerca de 100.000 estudiantes de todas las regiones habían arribado para marcar sus pasos en la historia del país.

Ese jueves se derrotó a la reforma, y el país fue testigo de la creatividad, el empuje y de lo que son capaces de hacer las jóvenes generaciones por defender lo que lo que los colombianos merecen y necesitan. Los pasos que se dieron bajo las lluvias del 10 de noviembre revelaron que son los grandes ríos de gente, en la movilización social masiva y democrática, los que garantizan las transformaciones: una lección no sólo para las viejas generaciones, sino también para todos los jóvenes que al son de las consignas se bañaron de esperanza y se convencieron de la posibilidad de transformación.

En un gobierno como el de Santos, que profundiza las medidas que hacen trizas cada parte de la vida cotidiana de los colombianos, se da cada día al movimiento estudiantil una nueva oportunidad de levantar la bandera de la unidad y la lucha. Es así como tres años después de la caída de la reforma a la Ley 30 mientras los estudiantes se enfrentan, por un lado, al abandono financiero de la educación superior pública a la que el Gobierno Nacional le adeuda ya más de 12,5 billones de pesos y, por el otro, al “Acuerdo por lo Superior 2034”, una propuesta que recicla todos los elementos derrotados en 2011 y suma nuevos adefesios de control de contenidos y violación directa de la autonomía universitaria. Esta vez la MANE se opone con experiencia y propuesta alternativa en mano.

La tarea es volver a las calles, con la característica dignidad estudiantil, a escribir la historia de una generación que dejó en Colombia la huella de una educación pública, autónoma y de calidad como derecho fundamental.

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