Terminaron las elecciones, y como cada cuatro años desde hace ya más de cien, el capital financiero internacional, desde sus centros de poder en Wall Street y Washington decidió quién debía gobernar a Colombia para la honra y gloria de sus intereses.
Pero estas elecciones tuvieron algo en particular: no solo los intentos de dividir o destruir el Polo Democrático Alternativo, no solo la construcción mediática de un partido (o movimiento no se sabe aún) sin ninguna cohesión interna y con un nombre que no se corresponde con su ideología, no solo la consabida carga de clientelismo, compra de votos, reparto de contratos, etc., sino el hecho de que alrededor del 58% de los colombianos aptos para votar se abstuvo de hacerlo; y no es este en sí mismo el hecho al cual nos referimos, puesto que el abstencionismo es ya característica fundamental de la democracia colombiana. Lo realmente particular es que el gobierno resultante, con todos los defectos mencionados, abstencionismo histórico, participación abierta y descarada del jefe de Estado en política, falsos positivos, chuzadas, parapolitica y más, se autodenomine gobierno de la unidad nacional.
No obstante, hay que reconocer que lo que se acaba de construir es un gobierno de unidad. La esencia de la cuestión estriba en saber por quiénes está compuesta y a quién sirve esta unidad. Porque el factor cohesionador, dicho sea de paso, es por todos conocido, a saber: las migajas con las que los grandes monopolios trasnacionales y en últimas el imperialismo, recompensan a quienes aceptan acometer la indigna labor de subastar los intereses de su patria.
El llamado gobierno de unidad nacional es en efecto un gobierno de unidad, unidad de los más rancios elementos de la oligarquía burgués-terrateniente, duchos ya en la labor de vender nuestra soberanía nacional; en cuanto a la denominación de nacional, no es más que un embuste con el que se intenta embaucar a algunas almas presas de la confusión, pues es precisamente la nación colombiana la que sufrirá con el accionar de este gobierno (como ha venido sufriendo durante los últimos años), en una palabra: con santos presidente, pierde colombia, ganan las multinacionales. A favor de quienes por incomprensión o por confusión se les ha pasado por la cabeza unirse a la unidad permítasenos recordar:
El papel de los gobiernos del partido liberal, encabezado por Cesar Gaviria en el inicio del proceso de desmonte del aparato educativo estatal. La responsabilidad del gobierno conservador de 1998-2002 encabezado por Andrés Pastrana (con papel protagónico de su ministro de Hacienda y hoy presidente electo) en el recorte a las transferencias y la consiguiente quiebra del sistema de educación básica y media del país. Ni que decir del accionar del gobierno Uribe, que con toda su carga represiva y militarista ha llevado este proceso (de desmonte del aparato educativo estatal) a extremos insospechados con las acciones que son por todos conocidas. Y por último, el hecho de que son todos estos los miembros de la mal llamada “unidad nacional”.
Es evidente que la tarea de este gobierno de “unidad” es rematar no solo la privatización de la educación pública y del resto de sectores aún no privatizados del país, sino además la consumación de la entrega total de nuestra soberanía con la instalación de siete bases militares estadounidenses en nuestro territorio.
El estudiantado y el pueblo colombiano necesitan hoy más que nunca construir una verdadera unidad nacional, para hacer frente a la que construyen sus verdugos, de tal forma que nos permita, teniendo como base ideológica el Ideario de Unidad del Polo Democrático Alternativo, fortalecer la organización y la capacidad de resistencia de los miles de compatriotas conscientes, y al tiempo, explicar a más y más colombianos la esencia del gobierno de “unidad nacional” y lograr que se comprenda cuáles son los verdaderos enemigos del progreso de Colombia y más personas se sumen a las huestes de colombianos realmente patriotas. El estudiantado enfrenta hoy la necesidad de fortalecer la unidad interna para la defensa de la educación pública y de acrecentar sus fuerzas para aumentar la capacidad de resistencia, y la tarea, más importante aún, de unirse a los trabajadores, campesinos, intelectuales y gente del pueblo para defender en esta noche negra nuestra malograda soberanía nacional.