- La presencia de un funcionario de inteligencia en el máximo órgano de decisión de la universidad constituye una amenaza directa a la autonomía universitaria, la libertad académica y la independencia política que deben regir todas las instituciones públicas de educación superior.
- Las denuncias públicas que recaen sobre Mejía, incluyendo posibles vínculos irregulares y cuestionamientos sobre su actuación institucional, hacen incompatible su permanencia en una instancia encargada de orientar la vida académica y administrativa de una de las universidades más importantes del país.
La historia de la educación superior colombiana demuestra que la infiltración estatal, la vigilancia y la presencia de órganos de inteligencia en espacios universitarios han sido mecanismos para debilitar la organización estudiantil, limitar e intimidar la protesta social y coartar el pensamiento crítico. La comunidad universitaria no puede permitir que estos retrocesos se normalicen.
Exigimos
1. Que el gobierno nacional, en cabeza del Presidente Gustavo Petro, revoque de manera inmediata la designación de Wilmar de Jesús Mejía como representante del Estado en el CSU de la UdeA.
2. Que se designe en su lugar a una persona con legitimidad académica, solvencia ética y compromiso real con la autonomía universitaria y las luchas históricas del estudiantado.
3. Que se respete plenamente el principio constitucional de autonomía universitaria, evitando la intromisión de órganos de inteligencia o fuerzas estatales.
4. Que el gobierno garantice el respeto a los mecanismos de participación, cogobierno y representación estudiantil, asegurando que estas instancias respondan únicamente al interés público, a la democracia universitaria y a la defensa de la educación superior.
Convocamos a estudiantes, trabajadores, docentes y egresados a mantenerse alerta frente a este intento de vulnerar la autonomía de la Universidad de Antioquia, como ha pasado en otras instituciones públicas del país. Ninguna institución educativa debe ser tratada como extensión de los aparatos de inteligencia del Estado, ni como botín de poder político.
La universidad es, y debe seguir siendo, un territorio de pensamiento crítico, pluralismo y construcción democrática, jamás un escenario para la vigilancia, la intimidación o el control estatal.
El movimiento estudiantil debe ser independiente de cualquier gobierno de turno — sin importar cuál sea — y defender siempre la autonomía, la democracia y la educación pública.
