Carlo D’stefano Martínez Fernández
Consejero Local de Juventud- Fontibón 2011-2014
Consejero Local de Planeación- Sector Juventud
oce.fontibon1@gmail.com
A cada modelo de educación le corresponde un modelo de país, y a cada modelo de país le corresponde un modelo de educación. Esta es una de las explicaciones que la Organización Colombiana de Estudiantes –OCE- da a su actividad en los espacios en los que se encuentra a nivel nacional, ya sean universidades públicas, privadas, el SENA, y no pocos colegios. Por más que suene a frase de cajón, tiene un gran contenido detrás que no busca solamente denunciar las pésimas condiciones de la educación del país –prueba de eso son los lastimosos resultados de las pruebas PISA en los que Colombia quedó con el puesto 63 de 65 países-, sino que también busca proponer un nuevo modelo en el que la educación sea pública, gratuita, de calidad, científica, y que sirva a la solución de los tantos males nacionales.
Cuando decimos que a cada modelo de educación le corresponde un modelo de país, nos referimos a que nos han vendido la idea mentirosa de que Colombia está bien y no podría estar mejor, siendo que la realidad muestra lo contrario en todas sus caras. Un ejemplo de eso es la crisis del agro que bastante fue denunciada por los campesinos el año pasado, que no sólo se quejaban de la falta de atención y garantías por parte del gobierno, sino de las malas políticas implementadas por este y los anteriores, llevándolos a la ruina, la pobreza, y a las calles. Y ni qué decir de los industriales y empresarios quebrados por el alto número de mercancías extranjeras traídas con los TLC a menores precios; o del movimiento de las batas blancas que logró frenar la reforma a la salud, que pretendía hundirla más de lo que ya está. En conclusión, el país está ‘patas arriba’, y como es obvio, la educación también.
No fue porque sí que los estudiantes universitarios agrupados en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil –MANE- salimos a las calles a protestar en contra de un proyecto que pretendía privatizar aún más la educación, bajar su ya insuficiente calidad, y volverla un negocio de pocos a costa del esfuerzo de muchos, y sólo mediante la organización y la movilización civilista, pacífica y cultural logramos derrocarlo. Y es a esto a lo que nos referimos con la frase: una educación pobre para un país pobre.
Sin embargo, decimos también que a cada modelo de país le corresponde un modelo de educación. Esto significa que si queremos un país en el que cada vez que llegue la temporada invernal no haya una tragedia, en el que no mueran niños por enfermedades que la medicina sabe curar desde hace décadas, necesitamos una educación que responda a estas necesidades y a todas las demás. Es por eso que luchamos por una educación pública y gratuita, garantizada por el Estado como un derecho, en la que el dinero no sea lo que mida quién entra y quién no a un buen colegio o una buena universidad. Así mismo debe ser de calidad, para garantizar el desarrollo del país y la búsqueda de un conocimiento cada vez más profundo acompañado de soluciones. Y este modelo de educación se ganará en gran parte con la organización de los estudiantes en los colegios, universidades, instituciones técnicas y tecnológicas, etc., y la movilización social, cultural y pacífica.
