Unidad Contra La Discriminación

Laura Sanabria

Mauricio Aldana

 

Recientemente se conoció el artículo titulado “Feminismo y la izquierda radical como reencarnación del nazismo” escrito por estudiantes de la Universidad Libre, publicado en el periódico “El Pluralista”.  Es necesario rechazar toda expresión de discriminación y maltrato, cualquiera sea su proveniencia, y por eso aspiro controvertir estas manifestaciones con algunos argumentos que considero esenciales. Defenderé tres ideas en este escrito: primero, los derechos fundamentales que hoy gozamos fueron conseguidos por luchas de movimientos sociales (como los movimientos de mujeres), segundo, estos movimientos son hoy de vital importancia para lograr más avances y tercero, es urgente un gran acuerdo nacional por la democracia, por los derechos, contra toda forma de discriminación y por la creación de riqueza, pero reduciendo la inequitativa distribución del ingreso en el país.

Es imposible pensar en aspectos esenciales de nuestra sociedad moderna sin hacer referencia a las luchas de movimientos sociales: La revolución de independencia que conmemoramos el año pasado hubiese sido imposible sin el concurso de la mayor parte de los movimientos sociales del país; el derecho a 8 horas de trabajo, a 8 horas de descanso y a 8 horas de ocio fue una conquista del movimiento obrero en 1886; el derecho al voto, que en Colombia fue conquistado en 1954 y fue ejercido por primera en el año 1957, fue una conquista de la organización y lucha de las mujeres y la gratuidad del derecho a la educación básica y media fue resultado de años de lucha del magisterio colombiano. No solo le debemos un sin número de derechos a las luchas de diversos movimientos sociales, sino que es imposible concebir sin ellos incluso nuestra vida republicana.

Aún quedan muchos derechos por conquistar. De la lucha de los movimientos sociales y la lucha política democrática depende nuestro avance como país. Haremos referencia solo a uno de los tanto retos actuales vitales para el país:  El avance en el reconocimiento de labores del hogar como el aseo del hogar, el lavado de ropa, cocinar alimentos, el cuidado de personas enfermas, entre otros, que es realizado mayoritariamente por mujeres y que no es remunerado, pero que es un trabajo sin el cuál es imposible concebir la vida misma. De hecho, el DANE estima que ¡este trabajo equivale al 20% del PIB de Colombia!, es decir, uno de cada cinco pesos de este trabajo arduo, productivo e imprescindible no es remunerado a las mujeres que lo realizan.  Este es un reto aún mayor si se tiene en cuenta que existe una desigualdad en la distribución de las labores domésticas: las mujeres destinan 5 horas con 22 minutos en promedio a este tipo de trabajo, mientras que los hombres solo 2 horas y nueve de cada diez mujeres realizan trabajo doméstico mientras tan solo seis de cada diez hombres lo hacen. En el Plan Distrital de Desarrollo de la primera alcaldesa mujer de Bogotá, Claudia López, quedó consignada la creación del Sistema Distrital de Cuidados cuyo objetivo es reconocer, reducir, y redistribuir el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Hubiese sido imposible concebir tal logro, pionero a nivel Latinoamérica, sin el concurso de la organización y la lucha de las mujeres en Colombia.

La discriminación, el maltrato y todas las formas de violencia basadas en el género, la etnia, la clase social, la orientación sexual, el culto, causan inmenso dolor y son un obstáculo para el avance de nuestro país. Desde el inicio de la cuarentena se han registrado 104 feminicidios, incluidas mujeres trans y el asesinato de más de 24 líderes sociales. Casi todos los días se registran en Colombia y en el mundo todo tipo de vejámenes contra la población indígena, negra o con orientación sexual diversa y el presidente Duque de forma autoritaria está aprovechando la crisis sanitaria para imponer vía decreto y sin discusión democrática reformas que aumentan la pobreza, el subdesarrollo y la vergonzosa desigualdad del país. Durante años los mismos de siempre se han encargado de azuzar conflictos en el seno del pueblo colombiano para dividirnos, pero sobre todo para ensombrecer su responsabilidad en todas las tragedias nacionales.

Es hora de unirnos y hacer un gran pacto nacional. Si se hunde este barco llamado Colombia todas y todos salimos perdiendo. Es necesario mejorar la creación de riqueza, su distribución, garantizar los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales sin distinción o discriminación alguna y la participación democrática, incluida la de los movimientos sociales que dan vida a nuestra nación.

 

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